Cosecha 2025: Una Vendimia que Marca el Rumbo del Año
- Bodega Renacer
- hace 1 día
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El ciclo vitícola 2024–2025 estuvo marcado por condiciones climáticas distintivas y un manejo agronómico meticuloso que resultaron en uvas de gran calidad y carácter. A lo largo del año, se monitorean variables clave como el clima, el desarrollo fenológico, la sanidad del viñedo y los rendimientos, buscando preservar la autenticidad del terroir y garantizar vinos que reflejen la identidad de nuestra región.

El ciclo se desarrolló bajo una marcada amplitud térmica, sello distintivo de nuestras zonas de altura, y una distribución equilibrada de lluvias.
Invierno 2024: frío, con abundantes nevadas en la Cordillera, lo que aseguró reservas hídricas subterráneas y una brotación homogénea en primavera.
Primavera: temperaturas dentro del promedio histórico; las heladas de septiembre y el viento Zonda impactaron levemente la floración, reduciendo la cantidad de bayas, pero favoreciendo la concentración.
Verano: enero y febrero presentaron olas de calor que aceleraron la maduración, seguidas de un enfriamiento que generó estrés térmico. El clima se estabilizó hacia marzo, permitiendo alcanzar un excelente equilibrio en la madurez.
Precipitaciones: dentro de los valores promedio, con lluvias clave en octubre que estimularon un vigor vegetativo saludable y buena sanidad.
Los principales desafíos que se presentaron fueron en torno a lo climático, principalmente heladas primaverales, viento Zonda y olas de calor.
Los aspectos a destacar son:
Nieve invernal que recargó acuíferos.
Alta amplitud térmica que perfiló aromas limpios y definidos.
Estrés hídrico leve que favoreció la concentración de compuestos aromáticos y fenólicos.

En cuanto al desarrollo fenológico, las vides evolucionaron de manera consistente, con ciertos adelantos debido a las altas temperaturas estivales:
Brotación: Inició en septiembre de forma uniforme.
Floración: En noviembre, con buen cuaje de racimos aún con ligera reducción de cantidad.
Envero: Se presentó en enero de 2025 de manera uniforme y homogénea, asegurando una maduración pareja.
Madurez: Se observó un adelanto en la maduración de aproximadamente 5 días en variedades blancas y 10 días en las tintas, influenciado por las olas de calor. La madurez fue completa tanto en términos de azúcar como de polifenoles, asegurando una cosecha de gran calidad.
La sanidad de las uvas fue óptima. Gracias al plan fitosanitario preventivo y al monitoreo constante, no se detectaron enfermedades de impacto significativo. Las lluvias de octubre no generaron presiones de patógenos, y el clima seco del resto del ciclo ayudó a mantener los racimos sanos.

Se inició la cosecha el día 5 de febrero y se finalizó el 7 de abril, siendo los siguientes tiempos:
Blancas (Chardonnay y otras): del 5 de febrero al 25 de marzo.
Tintas (Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc): del 15 de marzo al 7 de abril.
Los rendimientos fueron un 10 % superiores al promedio de los últimos cinco años, manteniéndose la calidad gracias a una carga reducida de forma natural por las heladas y al manejo agronómico enfocado en el equilibrio.
Las variedades más destacados para nuestro equipo de enología son:
Malbec: fruta roja vibrante, taninos suaves, final especiado.
Chardonnay: notas cítricas y florales, con mineralidad marcada y excelente acidez de guarda.
Cabernet Franc: estructura firme, blackberries maduras y potencial de envejecimiento.
Se esperan vinos de alta concentración aromática, frescura y taninos estructurados, con gran expresividad del terroir y un claro potencial de guarda. Sus principales características permitirán describirlos como vinos equilibrados, intensos y representativos del terroir, con identidad única por las oscilaciones climáticas.
La vendimia 2025 nos deja vinos de calidad excepcional, reflejo de un año que combinó desafíos climáticos con un notable equilibrio natural. La conjunción entre el manejo agronómico de precisión y las condiciones únicas de nuestros viñedos de altura ha dado lugar a uvas con una identidad marcada, fieles intérpretes del terroir mendocino.

La sanidad, concentración y frescura alcanzadas en esta campaña auguran vinos memorables, con carácter, estructura y un claro potencial de evolución. Las marcadas oscilaciones térmicas y los eventos climáticos puntuales —como las heladas primaverales y las olas de calor estivales—, lejos de representar una amenaza, actuaron como aliados en la construcción de perfiles sensoriales complejos y vibrantes.
El ciclo vitícola 2024–2025 ha sido una verdadera muestra del equilibrio entre la naturaleza y el conocimiento. Cada decisión tomada en el viñedo —desde la poda hasta la cosecha— fue clave para lograr una madurez plena, tanto en términos de azúcares como de polifenoles.
Esta cosecha promete vinos intensos, auténticos y profundamente representativos de nuestra región. Vinos que no solo hablan del suelo y del clima, sino también del compromiso humano detrás de cada racimo.
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